Colegio de Arquitectos de Río Negro

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#ViernesDeArquitectas SESGO DE GÉNERO EN LA DENOMINACIÓN DE LAS CALLES DE CIPOLLETTI

Las ciudades no son un espacio neutro, sino el resultado de diversas disputas sociales y políticas que pueden ser identificadas en las múltiples marcas que nos deja la dinámica social. Algunas de estas marcas las podemos hallar en la nomenclatura urbana, es decir, en el conjunto de denominaciones que se utiliza para identificar los elementos que componen el espacio público: los barrios, las calles, las plazas.

Desde hace largo tiempo, desde la Comisión de Género propusimos reflexionar sobre la forma en que se imponen los nombres del espacio público, desde una perspectiva de género y de derechos humanos. Creemos oportuno realizar un análisis sobre el espacio público como objeto de conflicto y resaltar la importancia de incluir una perspectiva de género en la nomenclatura urbana.  Repasar los instrumentos legislativos de la Ciudad de Cipolletti al respecto y recorrer la historia de la imposición de los nombres de las calles, espacios verdes y barrios con una mirada feminista. 

Somos parte de la historia

La apropiación del espacio implica el avance hacia una sociedad más democrática e igualitaria. Por eso, nos preguntamos cómo es la presencia de las mujeres en la representación simbólica de nuestra ciudad.

En la ciudad de Cipolletti, sólo el 2.78% de las calles tienen nombres de mujeres cisgénero y ninguna lleva el nombre de una mujer trans o persona no binaria, mientras que más del 37% de las calles tienen nombres de varones.  Esta realidad no desentona con la división sexual del trabajo que confina a las mujeres a la esfera privada mientras que otorga roles en la esfera pública a los varones. Si la historia de una ciudad puede ser leída a través de los nombres que llevan los elementos del espacio público, entonces los nombres de las calles de la Ciudad de Cipolletti cuentan una historia profundamente androcéntrica e invisibilizan los aportes fundamentales de las mujeres, como si hubiesen estado ausentes en los procesos constitutivos de nuestra sociedad.

Pensar en nuevas espacialidades en relación con la inclusión de las mujeres, lesbianas, personas trans y no binarias exige este cambio de perspectiva, orientado hacia la reparación de las ausencias dentro del relato histórico de nuestra identidad cultural.

¿Quiénes escriben la historia? ¿Cómo se construye el relato de aquello que es digno de recordar u omitir en una cultura? La historia se construyó desde el poder patriarcal y esa versión de una historia sin mujeres quedó condensada en la nomenclatura urbana. De esta manera, las mujeres hemos tenido vedada la participación plena en nuestro espacio público y en gran parte de la cultura. La irrupción de las mujeres en el espacio público es resultado de una incansable lucha contra el silenciamiento de nuestros cuerpos en el que las desigualdades de poder se hacen efectivas.

La toponimia de la Ciudad de Cipolletti

La Ciudad de Cipolletti tiene alrededor de 5257.8 kilómetros cuadrados. Está dividida en 31 barrios reconocidos oficialmente. Más de la mitad llevan nombres de varones, mientras que tan sólo ocho tiene nombre de mujer. Incluso, algunas calles con nombre de mujer sólo tienen una cuadra, como la calle Beba Bidart, Zaida Basconet con dos cuadras, Eladia Blazquez con dos cuadras, Lola Mora con cuatro.

El 38% de las calles de la Ciudad han sido nombradas por varones. El 20% fueron nombradas por lugares geográficos, mientras que los hechos históricos representan el 2% y las referencias a la naturaleza ocupan el 23%. Todas estas categorías superan en frecuencia al 2.78% que corresponde al homenaje a mujeres cisgénero en la toponimia urbana. Hay un 5% de calles sin nombre.   

En referencia a las Plazas el 12% han sido nombradas por varones, el 68 % sin nombre y solamente el 5% nombradas por mujeres.  

El ordenamiento territorial así dispuesto refuerza la estereotipación de los roles de género: la relevancia de las mujeres en nuestra toponimia replica el lugar de la mujer en torno a disciplinas que requerirían de emocionalidad, dejando poco lugar para las mujeres fuertes y aguerridas. Así, parecería que en nuestra ciudad subyace la idea que la mujer, para pertenecer a la historia, debe encajar con la atención o el servicio a otras personas.

Para los hombres, poner nombre a las calles no es inocente y perpetúa la invisibilización de la mitad de la población.  Las calles masculinas tienen unos metros más, que las calles femeninas.  Pero no solo eso, sino que también las femeninas cuentan con una ubicación geográfica secundaria. De todas formas, este sesgo no es exclusivo de Cipolletti, se repite en distintas ciudades del mundo como París, Londres y Nueva York.

POR EL DERECHO A LA CIUDAD

Queremos una ciudad en la que la inclusión sea visible, una ciudad diversa e intercultural. Pensar que es un detalle insignificante solo opaca la lucha por la igualdad. El nombrar una calle, una plaza, un espacio público es otorgarle una connotación ideológica que a lo largo del tiempo se integra en la cotidianidad de la ciudadanía que habita el territorio.

Reclamar la presencia paritaria en las denominaciones de las calles de nuestros pueblos y que recuerden a las mujeres que hicieron posible lo que se consideraba imposible es reclamar nuestro justo derecho a la ciudad y al espacio urbano, pero fundamentalmente es una demanda por permitirnos soñar futuro.

Proponemos que las nuevas calles que de la ciudad tengan nombre de mujeres, hasta por lo menos igualar la cantidad de calles con nombre de varones y longitud en cuadras de las mismas.

Para ellos es importante indagar en la historia de nuestras ciudades, nuestra provincia y nuestro país, y conocer las mujeres que habitaron los mismos.